
Entre el «imperativo de felicidad» y las altas tasas de depresión navega una sociedad conectada más a las pantallas que a las personas. En medio de esa tensión existencial, la psiquiatra Marian Rojas [Med 07] relativiza los dramas, elogia la tristeza, fustiga las ansias de perfeccionismo y reivindica el miedo. La discípula más aventajada de Enrique Rojas, su padre, exige el «modo avión» en un universo que gira en «modo supervivencia». Autora de Cómo hacer que te pasen cosas buenas, habla en plata de comerse el mundo en dosis equilibradas de conocimiento propio.
Marian Rojas Estapé (Madrid, 1983) descubrió la Psiquiatría en la Bolsa de Madrid, entre el frenesí de los números rojos y las acciones que vuelan. Aquel día D acompañó a su madre al parqué y se encontró de pronto diciéndole a un bróker: «Le veo triste. ¿Le pasa algo?». La hija de Enrique Rojas optó por continuar la saga del diván con resortes propios, tan propios que acaba de escribir la sorpresa del año. Cómo hacer que te pasen cosas buenas ha conquistado el podio de los libros más vendidos.
Hacemos psicoanálisis de sus páginas antes de que empiecen a llamar al timbre los pacientes. La receta para ayudar a sobrevivir con garbo la firmaba en su consulta y en sus conferencias. Ahora la suscribe también en un best seller que ha devuelto el significado de la vida a las estanterías de un mundo sin percha.
Una psiquiatra joven entre los libros tendencia. ¿Cuál es su diagnóstico de este éxito inesperado?
En una época donde la gente no encuentra sentido a las cosas tendemos a sustituir las razones de vivir por sensaciones, que dan placer y son buenas pero no llenan. Hemos reemplazado los porqués por emociones intensas. Somos adictos a experiencias cada vez más vibrantes que nos dejan más solos por dentro cuando no existen. El estudio de nuestro circuito neuronal confirma que funcionamos así.
¿Su libro triunfa porque queremos desengancharnos de un tren que descarrila hacia algún precipicio?
Una sociedad llena de vacíos se agarra a cualquier cosa: una persona, una idea, un libro… La felicidad depende del sentido que damos a nuestras vidas. Como psiquiatra, me dedico a ayudar a que la gente tenga un equilibrio sano, porque la felicidad es un concepto muy manido. Trato de animar a superar el pasado y mirar con ilusión al futuro conectando con el instante presente. Nuestras biografías tienen un alto grado de drama, de sufrimiento, de dolor, y debemos aprender a ser felices viviendo cómodos en la incomodidad real.
¿Se puede ser feliz sin asumir que somos vulnerables y que el sufrimiento forma parte de la vida?
No. Huir de la realidad nunca nos hace felices, solo incentiva la búsqueda de vías de escape que o son sanas o son destructivas. No hay términos medios.
«No conozco vidas sin errores, sin dolor y sin batallas. El perfeccionista es el eterno insatisfecho que nunca está a la altura de lo que quiere»